UN CEREBRO ADICTO
Puede comenzar como un juego, un desafío entre amigos o bandas, o simplemente una experiencia traumática que lleva a la depresión. Caer en un adicción trae consecuencias muy negativas en el organismo. Y por sobre todo, en su órgano más importante: el cerebro.
Cualquier adicción puede convertirse en un peligroso enemigo. Ninguna persona está exenta. Sin embargo, no todos se convertirán en adictos. ¿Qué es la adicción?
Se considera que una persona es adicta cuando se desarrolla una dependencia psicológica, es decir, una conducta repetitiva y compulsiva con respecto al uso de una sustancia. Coexisten la dependencia psicológica y física –que es la respuesta del cuerpo ante esa sustancia.
La adicción interrumpe las vías y los procesos que subyacen al deseo, la formación de hábitos, el placer, el aprendizaje, la regulación emocional y la cognición.
La adicción causa cientos de cambios en la anatomía del cerebro, la química y la señalización de célula a célula, incluso en las brechas entre las neuronas llamadas sinapsis, que son la maquinaria molecular para el aprendizaje. Aprovechando la maravillosa plasticidad del cerebro, la adicción remodela circuitos neuronales para asignar valor supremo a expensas de otros intereses como la salud, el trabajo, la familia o la vida misma.
La dopamina es un neurotransmisor que se encuentra en ciertas áreas del cerebro vinculadas con el movimiento, la motivación y la sensación de gratificación entre otras funciones.
Asimismo el consumo repetido y prolongado en el tiempo puede afectar circuitos que intervienen con la capacidad de inhibir conductas vinculadas al consumo de drogas como así también áreas cerebrales relacionadas con la toma de decisiones en la corteza frontal.
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